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Tiempos de Revolución
La sala estaba en la penumbra, sólo se podía ver con claridad el lugar donde el foco apuntaba. Este
punto era, fríamente calculado, el espacio donde descansaba el libro: encima de las piernas del
escuálido hombre que en sus ratos libres leía policiales. Nunca buscaba la razón de elegir sólo ese
género, pero los que lo conocían (como su esposa, con la que hace años no tenía una relación
cercana, a pesar de vivir en el mismo departamento.) pueden ratificarme cuando digo, que lo hacía
porque necesitaba salir de esa aburrida monotonía, en la que se había convertido su vida. ¿Qué
había pasado con aquel revolucionario del pelo suelto?¿Que pasó con el chico que vestía Oxfords,
escuchaba punk y levantaba las banderas de El Che?
La única manera de revivirlo de alguna forma, por unos mínimos instantes, era la literatura. Los
policiales tenían esa magia de incitarlo a encontrar al culpable y darle su merecido, o que, en su
defecto, se lo den sus personajes a lo largo de la novela.
Tenía tantas ganas de recobrar la emoción y la vivacidad de su juventud revolucionaria, que cada
vez que leía necesitaba parar un momento, respirar y acordarse que esas cosas no iban a ser posibles
para él. Por lo menos no en esta vida.
Para ahogar sus recónditos deseos esta semana, se había sumergido en una lectura muy apasionante
que reclamaba toda su atención. Los dos hermanos, planeando cada detalle de la forma más
inalterable posible, podían hacer que nuestro sujeto se adentre en la historia y trate de adivinar el
final cada dos párrafos invariablemente. Y también que, cada cierto número de páginas, su
innegable amor por la hermana del protagonista, planeadora del fríamente calculado asesinato, no
deje de crecer. El riesgo de morir por el que estaban atravesando los hermanos acrecentaba la
lucha. El lector que había comprado a la familia de los protagonistas para tener un pequeño disfrute
y luego abandonarlos, destrozando su historia en el ardor de las llamas del cruel invierno, estaba
inmerso en su lectura.
Las páginas avanzaban y el lector empedernido se adentraba cada vez más en la historia hasta el
punto que podía oír las voces de los personajes y podía ver cada detalle del lugar.
-Entrar por la puerta principal es inseguro.- dijo Carla.
-Pero es la mejor forma de pasar desapercibidos. Entrar por la puerta de servicio nos conducirá
muy fácilmente a una emboscada con un portero o con alguien que pueda tener sospechas. La
forma más segura para ambos, sería esta: entrar por la puerta principal y actuar con normalidad,
olvidando por un momento nuestro plan. El edificio cuenta con tres plantas y la planta baja.
Sabemos el nombre de nuestro objetivo, así que diré que fui por un trabajo urgente de la oficina, si
me preguntan. Y subiré hasta el tercer piso, actuaré como uno de <ellos> y cuando llegue, entraré.
-Te olvidaste del plural, Juan. Tenes que acordarte que yo también quiero ajusticiar nuestra
historia y que no muera de esa forma.
-No me he olvidado del plural, Carla. No vas a entrar. Tenes que quedarte afuera, en el auto, por si
surge algo en el momento, por si después de-Juan miró detalladamente alrededor para asegurarse
de que su mujer no había entrado en su pocilga mientras estaban hablando- ejecutar nuestro plan,
necesitamos huir rápido.
-Está bien. Ahora, vestíte. Yo me voy a arreglar y preparo el auto, mientras tanto. Por favor,
recordá que tu esposa no puede saber nada de esto.
El misterio lo inundaba, en unos pocos capítulos sabría cómo terminaría la historia. Su esposa le
había preparado una taza de café, la había dejado en la mesa ratona que tenía a su lado, pero él no
podía precisar cuándo. Se lo tomó en dos tragos y lo embargó el sueño, haciendo que se debata
entre seguir leyendo o dormir un rato. La poca distancia que lo separaba del desenlace hizo que
rápidamente agarrara el libro nuevamente y continuará la lectura.
-Ya vuelvo, corazón-le dijo Juan a su esposa, mientras estaba saliendo de su hogar.
Carla lo estaba esperando en el auto. El viaje fue corto. Los nervios acortaron aún más el viaje.
Juan estaba por cerrar la puerta del coche y predisponiéndose para llevar a cabo su plan, cuando
Carla le preguntó:“¿Estás seguro de que si hacemos esto sobreviviremos? Me da miedo que nos
estemos equivocando.”
El ataque de furia que tuvo Juan en ese momento, sólo lo puedo explicar diciendo que él tenía la
misma duda, pero no quería perder la única seguridad que tenía su hermana menor: él era el único
que nunca le haría daño a la familia. Y aunque en el fondo tenga dudas, la imagen de seguridad
que estuvo representando para su hermana desde que su padre los había abandonado, no se podía
resquebrajar ni un poco. Así que le dijo: “Obviamente, estoy seguro. Esta es la mejor forma que
tenemos para subsistir.”; Carla recibió la seguridad de la voz de su hermano y asintió en modo de
aprobación.
-Sólo tené cuidado y hacelo rápido, sin que sufra. No es su culpa; el sistema fue el que hizo que sea
infiel a sus ideales revolucionarios.
-Esta bien. Como tú digas, querida.
Respiró profundamente, puso su mejor sonrisa y entró. El recepcionista del edificio le preguntó a
quién buscaba y él contestó cordialmente, explicando sus razones con ese aire arrogante que había
aprendido a imitar de todos los de la clase de su objetivo. Lo dejó entrar, convencido de su
oficialidad.
Juan tomó el camino de las escaleras, ya que el ascensor estaba roto. Abrió la puerta con
delicadeza, los confiados habitantes la habían dejado abierta. Fue hasta la biblioteca, la puerta
estaba medio entreabierta, lo vio tal cómo se lo había imaginado: sentado en un cómodo sillón,
con las gafas puestas, con su suéter bien planchado puesto y con la luz acondicionando el
ambiente. Se acercó y murmuró “Cerdo explotador...” con el cuchillo a pocos centímetros de la
yugular.
Y con una extraña sensación en el cuello, cercana a la yugular, abrió los ojos en la selva cubana, en
los tiempos de revolución.
Natalia Bocija
Noviembre 2016
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Hola Nati!
ResponderBorrarMe encantó el relato y como escribís, me copo mucho el tema.
Gracias por compartir un pedazo tuyo con nosotros ^^
¡besos y nos leemos!
¡Hola! Primero que nada, felicitaciones por el aniversario.
ResponderBorrarSegundo, el escrito está bastante bien. Me gustó. Me sorprendió que siguieras las reglas antiguas de la RAE en cuanto a tildes, pero cada uno con sus preferencias jajaja.
Saludos <3
¡Hola! Felicidades por el aniversario, el texto la verdad que es re interesante. Me gustaría leer un poco más de lo que escribis. ¡Saludos!
ResponderBorrarHola Naty!
ResponderBorrarFelicitaciones por el aniversario en el blog y que bueno que empieces a compartir tus escritos, son muy buenos. Siempre me van a encantar los personajes que amen los libros, no me puedo sentir mas identificada con el <3
Un beso!